El ex senador Antonio Cafiero
defiende la ley que se conoce con su nombre y asegura que “el Estado Nacional
no puede desprenderse completamente de la Policía Federal, ni los porteños
pretender que el conjunto de las provincias solventen su presupuesto”
23 de junio de 2007
Maquiavelo tuvo una desgracia. Escribir
un libro para el Conde Medici en el que recopilaba casos de Príncipes que
supieron conservar el poder, aun con métodos poco convencionales. Muchos de
quienes estudian a este autor dicen que él era un republicano, pero su gran
best seller le hizo la fama y la cama: hoy Maquiavelo es sinónimo de alguien
dispuesto a todo para conseguir sus fines.
Algo similar sucede con Antonio Cafiero. Pese a su larga trayectoria política,
hoy su nombre parece ser sinónimo de una ley de su autoría, la que “garantiza
los intereses del Estado nacional en la ciudad de Buenos Aires”; tal vez su
nombre tan largo hace que todos la conozcamos simplemente como la “Ley
Cafiero”, norma que pareciera haberse convertido en sinónimo de todos los males
de la Ciudad de Buenos Aires, porque es la que impide que la Capital tenga su
policía y justicia propia.
Sin embargo, Antonio Cafiero se defiende: “Es una ley justa”, dice antes de
comenzar la charla con Parlamentario y recuerda que en 1995 su proyecto fue
aprobado por amplia mayoría en el Parlamento nacional.
En entrevista con Parlamentario, el ex senador responde a todas las preguntas
sobre su polémico proyecto, y aunque reconoce que hoy puede ser susceptible a
modificaciones, asegura que la base se debe mantener.
Por mayoría
- Desde hace varios años, y especialmente en esta campaña electoral porteña,
los distintos candidatos a jefe de Gobierno señalan al proyecto de su autoría
como uno de los responsables del problema de la seguridad en la Ciudad ¿Qué
siente cuando acusan a esta ley por todos los males?
- Creo que es importante hacer una diferenciación. Una cosa son los problemas
de Buenos Aires y otra la ley. No tiene nada que ver la forma en que se ha
venido administrando la Ciudad de Buenos y los problemas de sus vecinos con una
ley que dispuso -tal como lo establecía explícitamente la Constitución Nacional
reformada en 1994- otorgarle al Estado Nacional determinadas garantías al ceder
a la Ciudad Autónoma jurisdicción sobre temas que fueron históricamente de su
competencia.
- Pero hoy, habiendo pasado más de 10 años de su sanción, ¿cree que fue un
error haber presentado ese proyecto, o fue un mal necesario?
- Insisto. El dictado de esa ley es un mandato constitucional.
- ¿Y cree que su redacción es la correcta?
- Su redacción fue votada por una amplísima mayoría en el Congreso Nacional.
- Hoy los candidatos y la mayoría de los porteños piden derogarla. ¿Usted
cree que hay que eliminarla, como piden?
- No sé si hay que derogarla o no. Lo que sí estoy seguro es que, suponiendo
que el Congreso Nacional la derogue, debería inmediatamente votarse otra ley de
garantías para cumplir con la Constitución.
- O sea que según su criterio siempre debería haber alguna ley que garantice
determinados derechos de la Nación sobre la ciudad capital. ¿Pero entonces
acuerda que mientras esto se regule la ley puede ser modificada?
- Sí, ciertamente la ley es susceptible de ser modificada.
- ¿Qué cambios le introduciría hoy?
- El tiempo transcurrido permite legislar contando ahora con la experiencia
acumulada en la materia, la que obviamente no existía al momento de su sanción.
Debe tenerse en cuenta que la ley se basó en el criterio de consensuar una
construcción progresiva de la autonomía porteña. No debe olvidarse que la
Ciudad es la Capital de todos los argentinos, y que muchas de las funciones que
se pretende se traspasen sin más fueron construidas con largo esfuerzo por
todos los argentinos. Es un debate en el que no pueden estar ausentes el resto
de las provincias.
- Si tuviera que volver a redactar el proyecto, ¿Lo haría de la misma forma?
- El proyecto de ley fue ampliamente debatido en su momento y tuvo en cuenta
los consensos existentes. No creo que ellos hayan variado sustancialmente al
presente, en cuyo caso no habría por qué arrepentirse de sus enunciados.
La Federal es de todos
La denominada Ley Cafiero establece parámetros para el Gobierno en una
jurisdicción que sin dudas es compartida por el Presidente y el jefe de
Gobierno. En algunos países del mundo -como Estados Unidos- la Capital sigue
estando bajo la órbita del Presidente. De hecho los ciudadanos de Washington no
tienen siquiera representación igualitaria con voz y voto en el Congreso.
El caso argentino es distinto: Buenos Aires no sólo es la Capital política del
Estado Argentino sino su principal ciudad; en ese sentido sería más asimilable
a Nueva York que a Washington. La comparación no es menor: es justamente esa
ciudad la que logró revertir índices alarmantes de inseguridad gracias a la
política decida por su intendente Rudolph Giuliani. Es el mismo ejemplo el que
usa Mauricio Macri para decir que puede terminar con la inseguridad. Claro que
para eso necesita contar con la policía propia. Sobre esto también opina
Cafiero.
- ¿La Ciudad de Buenos Aires debe tener su policía propia?
- La ley vigente autoriza a la Ciudad a tener una policía local. Probablemente
algunos dirigentes porteños piensen que este ámbito jurisdiccional es estrecho
y que correspondería ampliarlo. Nadie puede negarse a debatir el tema…
- ¿Pero quién debe financiarlo?
- Bueno ahí está el problema. Es cierto que nadie puede negarse a debatir la
creación de la policía de la Ciudad, pero de allí a pretender que la Policía
Federal, sin más, dependa del jefe de Gobierno porteño, existe un abismo muy
difícil de saltar. Por razones históricas, funcionales y operativas, el Estado
Nacional no puede desprenderse completamente de la Policía Federal, ni los
porteños pretender que el conjunto de las provincias solventen su presupuesto.
- ¿Qué candidato cree que tiene más chances de lograr la derogación de la
ley, en caso de llegar a la Jefatura de Gobierno?
- El más explícito ha sido Mauricio Macri, quien ha demandado la inmediata
derogación de la ley, pero el problema es que no le ha explicado al pueblo de
la Ciudad cómo piensa reemplazarla.
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