El 16 de abril de 1986 lanzó el frustrado plan de traslado.
Por ENRIQUE CAMINO
Imaginación y coraje. Ese eslogan dio pie al anuncio, exactamente 20 años atrás, sobre el traslado de la capital federal de Argentina desde Buenos Aires a un eje comprendido por Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre.
A 240 meses de aquel multitudinario acto, el proyecto aparece sepultado en la realidad.
Sin embargo, estas ciudades tuvieron su reparación histórica, volcándose en obras públicas unos 20 millones de dólares.
Desde el balcón del Ministerio de Economía, frente al majestuoso río Negro, el presidente Raúl Alfonsín lanzó el 16 de abril de 1986 su premisa de consolidar la democracia, abandonando el concepto reinante del federalismo y lanzando una esperanzadora estrategia geopolítica.
El mensaje estremeció a 10.000 asistentes.
Alfonsín impulsó la modernización de la administración pública, llamando a fundar una Segunda República.
Y hoy sigue creyendo que el traslado de la capital a Viedma es posible, apostando a la procedencia patagónica del actual presidente de la Nación.
El proyecto original derivó en la sanción de la Ley Nacional Nº 23.512 y la creación del Ente de Traslado, conocido como "Entecap". Su labor, a veces cuestionada por funcionar más en Buenos Aires que en Viedma, implicaba trazar un nuevo diseño urbano. Debía evitar un impacto negativo sobre las ciudades preexistentes, que reunía unos 40.000 habitantes. Dos décadas después, la región casi duplicó esa población.
Para la localización navegaron río abajo de Viedma - Carmen de Patagones y, a 15 kilómetros, se encontraron con la isla "La Paloma". Un predio paradisíaco de 17 hectáreas donde se pensó construir el nuevo conglomerado con un puente peatonal para unir dos edificios administrativos centrales, y la residencia presidencial contigua; según los planos archivados en varias oficinas públicas.
Sin embargo, la resistencia local se profundizó cuando -sin infraestructura construida- se apiñaban en la terminal de ómnibus de Viedma grupos de familias con valijas y niños de corta edad, quienes se sintieron atraídos por los cantos de sirenas.
Juan Cabalieri fue el intendente del anuncio . Eduardo Rosso fue "el intendente del fracaso por la relocalización", según su definición. No obstante, Viedma pudo aprovechar las mieles de Presupuestos nacionales que facilitaron una compensación por el impacto.
"En la Secretaría de Vivienda de la Nación estuve sentado nueve horas esperando un cheque", contó Rosso, El ex jefe comunal integraba la Comisión de Apoyo al Traslado cuando Cabalieri aún ocupaba el despacho comunal. Rememoró que "le pedimos a Alfonsín que en lugar de mostrar maquetas ejecute derechos posesorios mediante acciones de gobierno en Viedma, como firmas de decreto pero empezaron al revés".
Después, entre las compensaciones, el Banco Hipotecario Nacional y el Fondo Nacional de Viviendas (Fonavi) liberaron cupos y se construyeron unas 7.000 viviendas, unos 40 kilómetros de cañerías enterradas para desagües pluviales y cloacales, asfalto y refuerzo de servicio de agua potable.
Una población de 500 habitantes como el caso de Guardia Mitre, consiguió algo imposible: el tendido de gas domiciliario; y con los años, el Congreso condonó deudas por las inversiones.
Hoy unas 80.000 personas pueden disfrutar de esa infraestructura.
Cabalieri: "Hubo mucho de fábula"
Juan Cabalieri era intendente de Viedma. Se entusiasmó y siguió con la idea después de dejar el despacho municipal en 1987, desempeñándose como subsecretario provincial de la Comisión del Traslado.
– ¿Cómo le cayó la primer versión de lo que anunciarían?
– Yo era un extrapartidario del Partido Provincial Rionegrino. No había un buen manejo del protocolo (risas) del ex gobernador Alvarez Guerrero. Me enteré de casualidad por un amigo 20 días antes del trascendido periodístico. Lo tomé como algo insólito, con incredulidad, asombro y después se produjo un pacto de silencio. No le conté ni a mi señora, hasta que surgió la primer visita de Alfonsín.
– Después vino el aluvión...
–Atendí a periodistas suecos, me llamaron de la televisión de Moscú, algunos no sabían dónde estaban parados y en las crónicas periodísticas pronunciaban ¡Vietnam!... Vinieron empresarios, aventureros. Se infló todo... Hubo mucho de fábula. Hablaban de operaciones inmobiliarias a precios siderales, sólo supe de dos compras de terrenos camino al mar (en la zona que se utilizaría para la nueva sede). Aparecieron algunos con intención de radicar industrias. Al fin y al cabo, las charlas terminaban enseguida, pedían terrenos, exenciones impositivas y créditos del ex BPRN. Ninguno quería arriesgar.
– ¿Cómo manejó la expectativa y el impacto social?
– A lo Maradona, esquivando reproches. De 10 viedmenses, cinco estaban en total desacuerdo. Presagiaban que se les cambiaría la vida y que dejarían de disfrutar del río, del mar, y que perderían la tranquilidad pueblerina. Llegó una gran migración. Lo peor es que venían en busca de trabajo y no había, y los de menores recursos levantaron casillas precarias en el barrio Lavalle. El problema de alimentación y salud lo atendimos con la provincia.
– La visita del embajador soviético fue crucial.....
– Protocolo de la provincia me avisó cuando el hombre estaba en la puerta de mi despacho। Yo estaba en manga de camisas trabajando un tarde de mucho calor. Ahí tuve la primer sospecha de que el traslado no prosperaría.
NOTA: Publicado en el diario Río Negro, el Domingo 16 de abril de 2006
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