Organismo para la integracion de Viedma y Carmen de Patagones

24/04/06 "El éxito de las políticas de integración institucional y de emprendimientos comunes entre Viedma y Patagones demandan un ámbito que no esté atrapado en la coyuntura diaria de cada municipio", señaló el concejal viedmense justicialista Pedro Pesatti, al proponer un organismo supra-municipal para avanzar en políticas conjuntas entre la capital rionegrima y Carmen de Patagones. La propuesta pretende complementar el acuerdo que firmaron los intendentes Jorge Ferreira (Viedma) y Ricardo Curetti (Patagones) para realizar una planificación conjunta de ambas ciudades, dado que en los hechos constituyen un solo conglomerado.

Pesatti hizo la propuesta en el marco de la sesión conjunta que celebraron los Concejos de Viedma y Patagones, con motivo del 227 aniversario de ambas ciudades el sábado último. Dijo que impulsa la creación de "una herramienta de gestión supra-municipal, integrada por un equipo político-técnico de cada comuna, por funcionarios que no estén afectados a la tarea diaria de cada municipio y que no tengan relación de dependencia con ninguna de ellas en especial".

Para Pesatti, el éxito de las políticas de integración institucional y de emprendimientos comunes que atiendan al desarrollo microregional demandan "un ámbito que no esté atrapado en la coyuntura diaria. Me refiero -dijo a sus pares- a la creación de una unidad ejecutora cuyos miembros surjan por acuerdo de ambos gobiernos, con una agenda concreta de las funciones y acciones que deberán llevar a cabo, para que logremos iniciar un proceso continuo, permanente, y con cierto grado de autonomía de parte de este organismo, teniendo como referencia la experiencia recogida en estos dieciséis años que lleva el proceso de integración entre Patagones y Viedma".

En su exposición, Pesatti hizo una reseña sobre este proceso que "nació con la declaración conjunta de los Concejos de Patagones y Viedma, dictada el 22 de abril de 1990 en el contexto de la emergencia que se produjo con la caída del proyecto de traslado de la Capital Federal. Los municipios -explicó el edil- se vieron obligados a transgredir los discursos de un irracional localismo para conjugar sus intereses obligados por la comunidad de problemas y el espesor de los mismos. A principios de los '90 -ejemplificó- la población marcaba un crecimiento espectacular al mismo tiempo que la actividad económica se estancaba o directamente desaparecía, como sucedió con el cierre de Textiles Lahusen, la Procesadora de Tomates, el Frigorífico Paita y Polarsa, que en conjunto representaban más de 800 puestos de trabajo, tanto para viedmenses como para otros tantos maragato. Paralelamente, los obreros de la construcción, que en el inicio de las inversiones del Entecap sumaban alrededor de 3.000 operarios, perdían sus fuentes de ocupación."

"En el marco de esta situación límite -agregó Pesatti- los municipios formularon un pedido conjunto de reparación histórica ante la Nación, para compensar las consecuencias no deseadas de aquella decisión adoptada por el gobierno nacional hace ya veinte años. Simultáneamente, al tiempo que los representantes políticos estrechaban sus vínculos, las administraciones locales iban descubriendo la potencialidad del trabajo conjunto en proyección con otras áreas. Pero, sin duda -explicó- el Acuerdo Intermunicipal del 11 de agosto de 1992 es el más ambicioso de todos los producidos en torno de la integración política de Viedma y Patagones durante el contexto apuntado. En la órbita de Gobierno y Hacienda se proponía la creación de un registro único de proveedores municipales y la unificación de compras; la creación de un sistema de envío y recepción de documentos y correspondencia en procura de articular un correo municipal; la concertación de políticas en materia de defensa civil y seguridad; la unificación de normativas de tránsito; la unificación del servicio de inspección y control de ingreso de mercaderías alimenticias (salubridad e higiene) y la unificación de políticas en torno del control de canes que derivó en una fugaz experiencia de perrera municipal compartida. En el área de Servicios y Obras Públicas se sugería la concertación de políticas para el tratamiento de residuos domiciliarios, cloacales y hospitalarios; la unificación de las pautas de planeamiento urbano y la complementación del parque vial. En materia de promoción social se buscaba la creación de un registro único de población en riesgo, para llevar adelante un programa integrado de acción social y la concertación de la tarea cultural y deportiva en materia de políticas y equipamiento. Por último, en relación con las políticas de promoción económica se abogaba por la articulación de una acción única, con el fin de afianzar el surgimiento de proyectos de inversión microrregionales".

"Estas ideas comenzaron a circular con mayor o menor éxito -aseguró el concejal peronista- pero en todos los casos sirvieron para problematizar la relación que vincula a Carmen de Patagones con Viedma. En tal sentido, cualquiera puede comprobar las ventajas de profundizar el proceso de integración política: pensemos, por ejemplo, en la contratación conjunta de obras y servicios y en los mejores costos que de este modo se pueden obtener; o en el gerenciamiento de la política turística a través de Coprotur para unificar la explotación de un recurso que no admite fragmentaciones. En definitiva, reflexionemos en torno de las áreas burocráticas que están duplicadas de un lado y otro del río y que por su naturaleza podrían unificarse; o en la transformación del parque industrial de Viedma en una infraestructura de toda la comarca porque sería poco razonable, sinceramente, que en Patagones se efectúe una inversión que replique lo que ya existe, a escasos 400 metros, en la otra orilla del río, idea que subyace en la propuesta de Curetti y Ferreira de tener una terminal de colectivos única que en un esfuerzo compartido nos permitiría tener la mejor infraestructura de transporte de pasajeros de la Patagonia".

Tras apuntar otra serie de argumentos para justificar su propuesta, Pesatti consideró que el éxito del acuerdo firmado por Curetti y Ferreira, y refrendado por los concejales de ambas comunas, "sólo podrá alcanzarse si somos capaces de crear un organismo de los dos Estados municipales, para concretar, en definitiva, el mayor desafío estratégico que tenemos en la región." (APP)

"Junto mas gente que cuando vino el Papa"

Las impresiones del entonces gobernador de Río Negro, Osvaldo Alvarez Guerrero.

Por CLAUDIO RABINOVITCH


Como muestra del impacto que tuvo en la región el anuncio del presidente Raúl Alfonsín (el 16 de abril de 1996) del traslado de la capital federal a Viedma, el entonces gobernador Osvaldo Alvarez Guerrero recordó que aquel día en la ciudad sede del gobierno rionegrino hubo más gente que cuando, casi un año después, Juan Pablo II concurrió para bendecir esas tierras.

Alvarez Guerrero reveló que en una conversación privada, Alfonsín definió a Viedma como una "nueva San Petersburgo" y describió cómo se dividieron los ministros ante la iniciativa del jefe de Estado.

El entrevistado deslizó que se pensaba llevar la capital rionegrina a Fernández Oro. Paradojas del destino, a Alvarez Guerrero le tocó interpretar ante Alfonsín, por qué en las elecciones provinciales de 1987 –donde se eligió gobernador e intendentes– el radicalismo ganó las elecciones en la provincia ¡menos en Viedma!

– ¿Cuándo se enteró que Alfonsín quería trasladar la capital del país a Viedma?

–En diciembre del año anterior (1985) cuando el presidente me comentó que era un sueño que tenía desde muy joven. En un viaje a Bariloche para inaugurar la red de alta tensión que venía de El Chocón, me confió los detalles del proyecto. En la provincia de Río Negro, sólo Julio Rajneri (director de este diario) y yo supimos de esa decisión antes que trascendiera.

– ¿Cuál era la principal motivación de Alfonsín?

– Desburocratizar, resolver el problema de la hegemonía porteña y desarrollar las inversiones en el interior.

– ¿Le dijo por qué pensó en Viedma?

– Por estar en la desembocadura de una cuenca espectacular como la del río Negro, que tenía que ser navegable para la salida de la producción del Alto Valle. Me acuerdo que definió a la región como cuna de civilización

– ¿Recuerda los momentos previos al anuncio?

– La noche anterior hubo una reunión en Olivos, pues aunque la decisión de Alfonsín estaba tomada e incluso tenía el bastón de mando en su mano querí tener la opinión del gabinete, así como de los funcionarios más cercanos.

– ¿Cómo se dividieron las opiniones de los ministros?

– El ministro de Economía, (Juan Vital) Sourrouille estaba a favor del proyecto al que definió como keynesiano (por ser multiplicador de inversiones); Roberto Lavagna –entonces secretario de Industria– también lo apoyó con énfasis, aunque el de Coordinación Económica, Adolfo Canitrot, ironizó diciendo que estaba en contra porque no quería ir a vivir a una carpa. El resto casi todo apoyó, a excepción del canciller Dante Caputo quien no lo consideraba oportuno.

– Finalmente, la decisión se oficializó en Viedma.

– La medida se había filtrado a un medio de prensa, entonces el presidente me consultó si de inmediato estábamos en condiciones de realizar un acto importante en Viedma. Respondí que por su puesto. Fue la manifestación más importante de la ciudad, hubo más gente que cuando varios meses después (el 7 de abril de 1987) fue el Papa, Juan Pablo II fue a bendecir la tierra.


Sin crédito en la opinión pública
– ¿Cómo tomó la idea la clase política?

– En general apoyó y unos seis meses después se sancionó la ley. Recuerdo los respaldos del senador Eduardo Menem, del entonces gobernador Carlos Menem y del de Neuquén, Felipe Sapag.

– ¿El gobierno sentía que encabezaba una etapa fundacional?

– Alfonsín hablaba de un cambio revolucionario, de modificar el país. Por esos días se creó una comisión para realizar el proyecto de reforma constitucional para ir a un régimen parlamentario.

– ¿Cuál fue la respuesta de la opinión pública?

– Lo veía como algo lejano, no conseguimos despertar entusiasmo aunque tampoco contrariedad; más bien incredulidad, que era una utopía, que no se iba a concretar. Hubo una fuerte oposición de parte de la prensa que tildó al proyecto de faraónico, enfatizando en que no había dinero y que en el conurbano bonaerense faltaban escuelas y hospitales.

– ¿Hubo progresos concretos?

– Las obras se empezaron a hacer rápido, había mucha planificación, inversiones importantes en vivienda, del Banco Hipotecario, se hicieron obras de desagües y cloacas, se instalaron ingenieros; pero la derrota electoral del '87 fue un golpe muy duro.

Se perdieron todas las elecciones provinciales, excepto en Capital, Córdoba y Río Negro (salvo en Viedma, que también se perdió).

– ¿¡En Viedma!?

– Alfonsín estaba enojadísimo, me preguntó las razones, entonces le expliqué que allí los empleados públicos tenían miedo al cambio, a tenerse que mudar por perder la capital provincial, se preguntaban qué pasaría con sus aportes. Era una cosa de locos.

– ¿El resultado del '87 es el derrumbe del sueño?

– Se va cayendo de a poquito. Alfonsín seguía emberretinado, a tal punto que cuando asume Menem le pide a él y al pueblo que apoye la iniciativa (se deja sin efecto por un decreto de noviembre de 1989), pero la crisis económica y los conflictos militares empiezan a abrumar. Yo seguía apoyando la idea, porque los países son grandes como sus proyectos. "Prefiero que pases a la historia por ésta iniciativa que por bajar unos puntos la inflación", le insistía.

"Europa nos alentaba"
– ¿Hubo una respaldo intelectual a la decisión de Alfonsín?

– Dicen que la consigna "al sur, al mar y al frío" perteneció a un asesor de prensa, Rodolfo Pandolfi, pero fue un empeño de Alfonsín.

– ¿Cuál era la imagen en el exterior?

– Yo hice una gira por Europa y tuve una buena impresión. La capital de Río Negro se iba a llevar a la región de Fernández Oro para lo cual se habían realizado estudios de expertos franceses. Había créditos disponibles, recibíamos aliento.

– ¿Qué datos concretos recuerda en ese sentido?

– Me acuerdo que el embajador japonés fue el primero en llegar a la anunciada nueva capital argentina, que representantes de la entonces Unión Soviética se interesaron mucho. "Un día estando en la provincia, Alfonsín me pregunta ¿cómo ves el futuro de Viedma como capital del país?, le di mi impresión, entonces él continuó: "¿Sabés cómo la veo yo? ... como San Petersburgo, más modesta -enseguida aclaró-, pero arquitectónicamente, bella y monumental".


FUENTE: publicado por el diario Río Negro el domingo 16 de abril de 2006

http://www.rionegro.com.ar/arch200604/16/v16a15c.php

El dia que Alfonsin prometio a Viedma ser Capital Argentina

El 16 de abril de 1986 lanzó el frustrado plan de traslado.

Por ENRIQUE CAMINO


Imaginación y coraje. Ese eslogan dio pie al anuncio, exactamente 20 años atrás, sobre el traslado de la capital federal de Argentina desde Buenos Aires a un eje comprendido por Viedma, Carmen de Patagones y Guardia Mitre.

A 240 meses de aquel multitudinario acto, el proyecto aparece sepultado en la realidad.

Sin embargo, estas ciudades tuvieron su reparación histórica, volcándose en obras públicas unos 20 millones de dólares.

Desde el balcón del Ministerio de Economía, frente al majestuoso río Negro, el presidente Raúl Alfonsín lanzó el 16 de abril de 1986 su premisa de consolidar la democracia, abandonando el concepto reinante del federalismo y lanzando una esperanzadora estrategia geopolítica.

El mensaje estremeció a 10.000 asistentes.

Alfonsín impulsó la modernización de la administración pública, llamando a fundar una Segunda República.

Y hoy sigue creyendo que el traslado de la capital a Viedma es posible, apostando a la procedencia patagónica del actual presidente de la Nación.

El proyecto original derivó en la sanción de la Ley Nacional Nº 23.512 y la creación del Ente de Traslado, conocido como "Entecap". Su labor, a veces cuestionada por funcionar más en Buenos Aires que en Viedma, implicaba trazar un nuevo diseño urbano. Debía evitar un impacto negativo sobre las ciudades preexistentes, que reunía unos 40.000 habitantes. Dos décadas después, la región casi duplicó esa población.

Para la localización navegaron río abajo de Viedma - Carmen de Patagones y, a 15 kilómetros, se encontraron con la isla "La Paloma". Un predio paradisíaco de 17 hectáreas donde se pensó construir el nuevo conglomerado con un puente peatonal para unir dos edificios administrativos centrales, y la residencia presidencial contigua; según los planos archivados en varias oficinas públicas.

Sin embargo, la resistencia local se profundizó cuando -sin infraestructura construida- se apiñaban en la terminal de ómnibus de Viedma grupos de familias con valijas y niños de corta edad, quienes se sintieron atraídos por los cantos de sirenas.

Juan Cabalieri fue el intendente del anuncio . Eduardo Rosso fue "el intendente del fracaso por la relocalización", según su definición. No obstante, Viedma pudo aprovechar las mieles de Presupuestos nacionales que facilitaron una compensación por el impacto.

"En la Secretaría de Vivienda de la Nación estuve sentado nueve horas esperando un cheque", contó Rosso, El ex jefe comunal integraba la Comisión de Apoyo al Traslado cuando Cabalieri aún ocupaba el despacho comunal. Rememoró que "le pedimos a Alfonsín que en lugar de mostrar maquetas ejecute derechos posesorios mediante acciones de gobierno en Viedma, como firmas de decreto pero empezaron al revés".

Después, entre las compensaciones, el Banco Hipotecario Nacional y el Fondo Nacional de Viviendas (Fonavi) liberaron cupos y se construyeron unas 7.000 viviendas, unos 40 kilómetros de cañerías enterradas para desagües pluviales y cloacales, asfalto y refuerzo de servicio de agua potable.

Una población de 500 habitantes como el caso de Guardia Mitre, consiguió algo imposible: el tendido de gas domiciliario; y con los años, el Congreso condonó deudas por las inversiones.

Hoy unas 80.000 personas pueden disfrutar de esa infraestructura.

Cabalieri: "Hubo mucho de fábula"


Juan Cabalieri era intendente de Viedma. Se entusiasmó y siguió con la idea después de dejar el despacho municipal en 1987, desempeñándose como subsecretario provincial de la Comisión del Traslado.

– ¿Cómo le cayó la primer versión de lo que anunciarían?

– Yo era un extrapartidario del Partido Provincial Rionegrino. No había un buen manejo del protocolo (risas) del ex gobernador Alvarez Guerrero. Me enteré de casualidad por un amigo 20 días antes del trascendido periodístico. Lo tomé como algo insólito, con incredulidad, asombro y después se produjo un pacto de silencio. No le conté ni a mi señora, hasta que surgió la primer visita de Alfonsín.

– Después vino el aluvión...

–Atendí a periodistas suecos, me llamaron de la televisión de Moscú, algunos no sabían dónde estaban parados y en las crónicas periodísticas pronunciaban ¡Vietnam!... Vinieron empresarios, aventureros. Se infló todo... Hubo mucho de fábula. Hablaban de operaciones inmobiliarias a precios siderales, sólo supe de dos compras de terrenos camino al mar (en la zona que se utilizaría para la nueva sede). Aparecieron algunos con intención de radicar industrias. Al fin y al cabo, las charlas terminaban enseguida, pedían terrenos, exenciones impositivas y créditos del ex BPRN. Ninguno quería arriesgar.

– ¿Cómo manejó la expectativa y el impacto social?

– A lo Maradona, esquivando reproches. De 10 viedmenses, cinco estaban en total desacuerdo. Presagiaban que se les cambiaría la vida y que dejarían de disfrutar del río, del mar, y que perderían la tranquilidad pueblerina. Llegó una gran migración. Lo peor es que venían en busca de trabajo y no había, y los de menores recursos levantaron casillas precarias en el barrio Lavalle. El problema de alimentación y salud lo atendimos con la provincia.

– La visita del embajador soviético fue crucial.....

– Protocolo de la provincia me avisó cuando el hombre estaba en la puerta de mi despacho। Yo estaba en manga de camisas trabajando un tarde de mucho calor. Ahí tuve la primer sospecha de que el traslado no prosperaría.
NOTA: Publicado en el diario Río Negro, el Domingo 16 de abril de 2006

"Ellos querian hacer una nueva Brasilia"

ALDO “NENE” MARTINEZ, A 20 AÑOS DEL FRUSTRADO TRASLADO DE LA CAPITAL

Por JUAN MARIA ESTRADE (periodista del semanario El Este Rionegrino de Viedma)
eleste@rnonline.com.ar


Aldo “Nene” Martínez fue concejal entre 1985 y 1987 e intendente de Viedma entre 1987 y 1989 por el Partido Provincial Rionegrino. Durante su mandato al frente de la comuna, tuvo que hacer frente a la catarata de proyectos y anteproyectos que se elaboraban desde el Ente para el traslado de la Capital (ENTECAP), como así también propulsar los propios frente al empuje de consultoras privadas.

Martínez, actualmente presidente de la Agencia de Local de Desarrollo, vivió en carne propia el nacimiento, la poca existencia y la muerte de uno de los proyectos más grandes en los que se embarcó la Argentina. Emoción, responsabilidad y resignación por fin, son los estadios por los que, no sólo paso el ex intendente, sino muchos viedmenses que se compenetraron con el proyecto.

El lo escuchó a Raúl Alfonsín ante 10.000 almas en Viedma decir “al sur, al mar, al frío”. Pocos años después, en el Hotel Austral de la capital rionegrina, Martínez también escuchaba de boca del radical: “mirá... esto se me está haciendo medio difícil, yo me equivoqué al no haber venido directamente acá con mis ministros más afines”.

La influencia de los privados sobre los directores del ENTECAP para boicotear el proyecto de traslado, también es puesta en escena por el ex intendente como una de las causas que terminaron con el sueño.

Pero el cuento de hadas dejó algunas cosas positivas: obras de infraestructura no sólo para Viedma sino también para Carmen de Patagones; una publicidad para la zona muy importante que trascendió las fronteras nacionales y, por sobre todo, destacó Martínez, el viedmense se dio cuenta que la Comarca es un lugar para respetar y cuidar.

-¿Cómo tomó la noticia del traslado de la Capital Federal a Viedma?

Fue una grata sorpresa y una gran alegría pensar que habían decidido que el lugar para trasladar la capital había sido Viedma- Patagones y su entorno. Esa fue la primera emoción. Luego vinieron todos los trámites burocráticos.

En ese momento yo era concejal y (Juan) Caballieri era intendente de la ciudad, ambos éramos del mismo partido, y un año más tarde asumí la intendencia. Y es en mi mandato donde empiezan a llegar las inquietudes mayores como cuáles eran las obras mínimas necesarias para poder recibir a semejante contingente que se nos venía encima.

Y llegó. Vino un 50 de gente especializada y otro 50 de obreros que no tenían donde vivir ni recursos económicos con lo cual se vio desbordada la ciudad. Las escuelas por su lado no tenían la capacidad de albergar a sus hijos y también la salud. Hacer frente a esto le tocó a la Municipalidad tratando de dar solución a esto y sin recursos municipales prácticamente. Si bien el municipio estaba saneado en sus finanzas no tenía la capacidad para contener semejante cantidad de necesidades. Se habló con el gobierno provincial y algo se empezó a hacer, incluso, recuerdo que se llegó a albergar a gente en el (gimnasio) Fioravanti Ruggeri que recién se había inaugurado.

La gente venía con afán de conquista como si fuera el Lejano Oeste. El ENTECAP traía un plan de viviendas que se conoció como “las 1016” y que en principio iban a ser de 4 pisos, o sea, iba a ser un palomar. En ese momento, tanto Caballieri como el Consejo municipal, se opusieron a que sean tan altos y se logró que se redujeran en un piso. Estas construcciones estaban previstas para dos años pero como vemos ya han pasado 20 y aún tenemos “las 1016 viviendas” que, dicho sea de paso, me gustaría que el gobierno provincial se diera una vueltita por allí y viera su estado antes de que suceda una desgracia. Hay paredes cortadas, grietas, techos sueltos, etc.

-En lo personal, ¿qué fue lo que sintió que le trajeran la capital a su ciudad?

Por un lado una gran emoción. Por otro era consciente de la gran responsabilidad que esto iba acarrear: ‘Mirá... a nosotros... dónde estamos, nos vienen a elegir como capital, nos hemos sacado la lotería’. Igual esto no fue una cosa que se les ocurrió de buenas a primeras, ya estaba estudiado. De todos modos, me causó un gran orgullo pero era una mezcla de alegría y temor porque era un ambiente donde nunca me había movido.

Yo estuve un año como concejal donde se hizo todo papelerío, y después en mis dos años de gestión ahí ya vino la obra. Pero a la finalización de mi gestión ya sabíamos que esto se caía.

Por último, fue resignación lo que sentimos. A cada momento nos costaba más concretar algunas de las obras previstas y además veíamos que los proyectos de instalación de la nueva ciudad no pasaba de anteproyectos. Nos empezamos a dar cuenta y a resignarnos que era una cosa perdida aunque queríamos tratar de sacar las obras más caras para Viedma. Así fue que metimos una gran cantidad de asfalto, que se fue haciendo como compensación de la Nación a lo que había perdido Viedma.

-Los proyectos...

El ENTECAP llega con toda su comisión integrada por muchísimos empresarios que habían renunciado a sus cargos en empresas privadas, y comienzan a analizar cuáles son los proyectos urgentes para Viedma. Uno de ellos era la provisión de agua, que ya no alcanzaba para toda las personas que habían llegado; también el mejoramiento de las calles; apertura de nuevos terrenos con los servicios necesarios previendo nuevas edificaciones, y se empezó a ubicar la zona dónde iba a instalarse la sede administrativa de la nueva capital.
El lugar para esto, fue la zona de lo que hoy es el Parque Industrial de Viedma abarcando también la Isla de la Paloma.

Entre los proyectos que traían la comisión de traslado estaba uno que preveía tres puentes entre Viedma y Patagones, de lo cual estoy 90 % seguro que fueron pagados los anteproyectos, como así también puedo decir que fueron pagados la mayoría de los anteproyectos para realizar el traslado de la capital. Lo cual supongo debe haber sido muchísimo dinero.

De esta urgencia para proyectar e invertir, creo que nosotros como municipio tuvimos algunos aciertos que fueron fundamentales para Viedma. Uno de ellos fue el sistema de desagote de la ciudad. Antes, lo único que teníamos eran los zanjones a cielo abierto por los boulevares y nos decidimos por esta obra porque no era tan cara (costó 2 millones de pesos) y se nos ahorraba nivelar toda la ciudad. Y yo creo que de no haberse hecho esa obra, el estado municipal jamás habría tenido la capacidad de hacerla.
Creo que esto fue un gran acierto ya que podíamos haber escogido el asfalto para 20, 30 ó 40 calles de la ciudad que también le hacía falta a Viedma y que políticamente nos hubieran dado mayor rédito. A la distancia podemos afirmar que el sistema de desagüe que tiene Viedma, muy pocas ciudades en el país lo tienen, más aún teniendo en cuenta el nivel sobre el río en que se encuentra la ciudad.

De todos modos el ENTECAP también pagó varias obras de asfalto y de cordón cuneta, como lo fueron las que se hicieron en el barrio Sgto. Cabral.

Nosotros tuvimos la capacidad y la habilidad de la gente que estaba trabajando en las distintas oficinas de Obras Públicas y de Hacienda, de cargar de proyectos al ENTECAP. Era necesario que los proyectos partieran de consultoras pero nosotros llegamos a estas con los estudios realizados, sólo debían revisarlos y firmarlos. Eso se consiguió y así logramos obras que, en el mandato de Eduardo Rosso (1989-1991 y 1991-1995), posterior al mío se fueron realizando. Nuestra ventaja ante las consultoras era que sabíamos qué era lo que necesitaba la ciudad.

En algún momento tuvimos algunas discusiones porque queríamos que la plata invertida sea en beneficio de toda la ciudad y no solo beneficiara al traslado propiamente dicho. Queríamos que ese dinero invertido se reciclara para lograr una cadena y así lograr más obras. En nuestra campaña salimos diciendo que las obras iban a ser cobradas, con mucha comodidad pero cobradas. Otros candidatos salieron diciendo que el ENTECAP pagaba y no el vecino, y finalmente así se hizo y fue un gran error histórico para Viedma ya que se podrían haber generado más obras.

Por su parte, Patagones también estaba interesado por sus obras públicas y consiguieron algunas muy importantes. Y para esa zona la idea del ENTECAP era colocar todas las embajadas. Les gustó mucho. Decían que las sedes diplomáticas iban a estar sobre la barda mirando al río Negro, un lugar paradisíaco.

De todos modos, la gran ciudad se hacía en Viedma frente al Parque Industrial. Ellos hablaban de una calefacción central subterránea para los edificios que incluso lograría mantener un microclima en las calles.

Otro proyecto anecdótico. Una día los llevamos en el catamarán hasta la desembocadura y de allí a recorrer El Cóndor y la Lobería, pero cuando volvemos a la desembocadura del río le digo a Basigalupo que teníamos un proyecto para hacer un muelle de 50 metros en ese lugar: ya tenemos el estudio de suelo y los planos terminados y necesitamos que nos den una manito con esto. Nuestra idea era para llevar adelante la pesca deportiva y los deportes náuticos. Entonces me dice: No Martínez, no. De 50 metros no. Acá vamos a hacer un muelle de 350 metros porque acá tienen que entrar todos los barcos turísticos que van hacia la Patagonia y nosotros ya tenemos ese estudio, así que su proyecto lo descartamos. Tan así fue que se descartó que hasta hoy no se hizo nada.

-¿Qué fue lo positivo que le quedó a la ciudad?

Una consecuencia positiva fue la planta potabilizadora de agua y el recorrido de la red, esto pagado por el ENTECAP y dirigida por nosotros. La red bordea la ciudad porque así lo quisimos nosotros ya que tranquilamente se podría haber llevado agua a la nueva ciudad por el camino más corto y listo. Fue una obra muy larga pero hoy, a casi 20 años, nos permite abastecer a los barrios más periféricos sin inconvenientes.

Otra fue el conocimiento de la zona por todo el país y del mundo. Creo que fue una de las propagandas más baratas que tuvo el municipio. A nuestra ciudad llegaron todos los embajadores de todos los países buscando lugar donde radicar su sede. Cada vez que llegaba uno le hacíamos hacer un recorrido completo: IDEVI, desembocadura, paseo en catamarán por el río Negro, el mar. Y todo esto repercutió positivamente.

Esos embajadores y personalidades que nos visitaban iban a la Municipalidad vieja donde cada vez que llovía el techo goteaba y más de uno ha visto cómo nuestros muchachos entraban con baldes para contener el agua.

Se logró además que la gente se diera cuanta de dónde estaba viviendo. Se logró que la población de Patagones y Viedma reconociera que habíamos estaba viviendo de espaldas al río. La gente que vino de afuera nos empezó a meter el río por jeta: che, déjense de embromar esto es una belleza. Recuerdo que varios profesionales se acercaban al río, juntaban agua con las manos y la tomaban. Te puedo decir que en esos momentos nosotros no le dábamos ni cinco de bola. Siempre hubo gente que se ocupó del río y su cuidado pero eran los menos. Desde el proyecto de traslado, el ciudadano empezó a tomar conciencia de lo que teníamos.

-Lo negativo...?

El impacto por la llegada de la gente fue atacado de inmediato y estaba poco previsto dentro del ENTECAP. Muchos la pasaron un poco mal: hacía falta escuelas, hospital, viviendas, universidad. Los alquileres y los terrenos pasaron de 2 pesos a 50. Esto tenía que haber estado previsto. La población de Viedma se duplicó y el aluvión no se podía parar. Otra cuestión negativa del proyecto es que cuando se plantó el traslado, todos los profesionales se fueron y quedó toda la gente que no tenía un oficio y que no tenía los recursos para irse. Quedaron villas miseria que nosotros no las teníamos previstas. Y las intendencias sucesivas tuvieron que ir haciéndose cargo, y también el gobierno provincial.
En cuanto a una cuestión más política, lo que sucedió fue que nuestro gobierno municipal pertenecía a un partido provincial y los foráneos sólo conocían al radicalismo y al peronismo. Políticamente para nuestro partido, por más que uno haya hecho un bueno gobierno, no fue bueno. Esto es al margen.
Por otra parte, en cuanto al proyecto de traslado no existía la oposición dentro del municipio porque eran radicales y todos estábamos a favor del traslado. Ese Concejo Municipal (hoy Concejo Deliberante) trabajó muy bien y era, por sobre todo, “un grupo”.
-Parece un cuento de hadas pero en esos momentos uno no descreía...

Nosotros empezamos a descreer en un momento en que voy a Buenos Aires al edificio de Obras públicas de la Nación que estaba sobre la calle 9 de Julio. Primero tenían dos o tres oficinas para el ENTECAP, luego todo un piso. Más tarde, alquilaron dos pisos en la Avenida Libertador y veíamos que viajaban constantemente que se sumaban a las licitaciones de los anteproyectos para consultoras de las cuales teníamos nuestras dudas.
El tema es que veíamos que la cosa ya no tenía una continuidad como decían los papeles y el presupuesto se empezaba a achicar; algunos compromisos no se cumplieron, tal es así que nosotros compramos en un remate una fracción de la Manzana Histórica donde había una capillita muy antigua. Esa compra venía respaldada por el compromiso del ENTECAP de pagarla. Arreglamos abonar en 90 días pero pasados el tiempo tuvimos que sacar la plata del municipio y pagarlo nosotros. Recién al año el ENTECAP nos devolvió la plata.
Empezábamos a darnos cuenta de que ya no era como antes, que te decían blanco para mañana y al otro día teníamos blanco.

-¿Volvería a intentar otra acción de este tipo?

Ya analizado, con los antecedentes y con la movilización de gente, yo te digo que no intentaría otro traslado de la capital. Si me dijeran: querés que venga la capital yo te digo: no.

La crisis económica que te produce una invasión masiva de gente cuando no estás preparado es muy difícil de sobrellevar, y más en una ciudad que no tiene fábricas para absorber a esa mano de obra. Además, imaginemos el ruido en el que estaríamos hoy metidos con 200.000 habitantes; cómo preservaríamos el medio ambiente y la tranquilidad de vida que hoy tenemos, y además, en pugna con todos aquellos intereses privados de Buenos Aires.

-¿Por qué cae el proyecto?

Una de las causas fue la gran influencia que tenían los privados sobre los directores del ENTECAP. Segundo, una falla del gobierno nacional, reconocida por Alfonsín, que fue haber hecho el traslado menos pomposo y más realista. Debió haberse venido con su equipo de gobierno a Viedma y manejar desde acá con una fuerza armada, cosa de tener las espaldas cubiertas por el momento político que se vivía. Así podría haber ido trasladando periódicamente los ministerios. En cambio, optó por terminar todo y venirse, pero ya para ese momento los senadores no se querían mover, los diputados tampoco, nadie.

En una de las últimas reuniones que tuve con él en el Hotel Austral de Viedma, me dijo: ‘mirá... esto se me está haciendo medio difícil, yo me equivoqué al no haber venido directamente acá con mis ministros más afines’.
Pero ya te digo: las influencias sobre los directores del ENTECAP fueron muy fuertes y no descartó que hayan sido influencias económicas muy relacionadas con el Puerto de Buenos Aires y el Poder Legislativo.

-¿Por qué el traslado de la Capital a Viedma-Patagones-Guardia Mitre?

Ellos querían hacer una nueva Brasilia. Ellos querían tener un modelo de capital que fuera ejemplo para el mundo, con una ciudad armada dentro de un esquema super moderno. Esa era la idea que dejaban traslucir y te la comentaban. Tenían, concretamente, el afán de construir la super capital, por lo menos de América.

Sus argumentos en cierta manera yo los compartía, lo que no sé y no podría aseverar es si había una idea de escapar de las instituciones gremialistas y poderes económicos en la Capital Federal. Alfonsín, creo, quería escapar al ruido que lo tenía atormentado con los bombos en la puerta de la Casa Rosada. Acá les iba a costar un poco más reunir al millón de personas. En ese momento las circunstancias eran otras.

Hoy, a 20 años, creo que el ciudadano lo ha tomado como una novelita, pero en general fue positivo para Viedma: primero el reconocimiento a través de los medios de comunicación de nuestra zona, segundo nuestro propio reconocimiento del hermoso lugar en el que estamos viviendo y tercero la obra pública que nos quedó.