Mirtha contra el traslado del Congreso
Lifschitz, Paladini y Zuleta Puceiro confrontaron con la diva de los almuerzos en su ciclo televisivo
Incomprensible, la diva de los almuerzos Mirtha Legrand, nacida en el interior santafesino poco más de 75 años atrás, pronunció la semana pasada (el jueves 21 de diciembre) una insistente perorata a favor del centralismo porteño dejando desorientados a sus ocasionales invitados, entre los que se contaban el intendente Miguel Lifschitz y el industrial Roberto Paladini.
"Parece que vino con un mal día la señora", comentaron en los pasillos de América, al partir, los comensales, que se completaban con el gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti; el consultor y analista político Enrique Zuleta Puceiro y el titular de la Afip, Alberto Abad.
Lifschitz, Paladini y Zuleta Puceiro confrontaron con la diva de los almuerzos en su ciclo televisivo
Incomprensible, la diva de los almuerzos Mirtha Legrand, nacida en el interior santafesino poco más de 75 años atrás, pronunció la semana pasada (el jueves 21 de diciembre) una insistente perorata a favor del centralismo porteño dejando desorientados a sus ocasionales invitados, entre los que se contaban el intendente Miguel Lifschitz y el industrial Roberto Paladini.
"Parece que vino con un mal día la señora", comentaron en los pasillos de América, al partir, los comensales, que se completaban con el gobernador de Entre Ríos, Jorge Busti; el consultor y analista político Enrique Zuleta Puceiro y el titular de la Afip, Alberto Abad.
"¿Qué es esto de proponer el traslado del Congreso nacional a Rosario? Para mí es un disparate", descerrajó Mirtha a sus invitados a poco de comenzar el diálogo y con cierto tono de reproche.
Zuleta hizo punta para contestar señalando que la propuesta, "que ya cuenta con la adhesión de 50 legisladores nacionales y los gobernadores de la Región Centro, se corresponde con experiencias exitosas aplicadas en muchísimos países".
No lo dejó terminar. De agrio humor la señora le espetó: "Pero por favor. Si ni siquiera hay aviones a Rosario. ¿Cómo se llega?".
Curioso desmerecimiento para la ciudad donde Mirtha pasó buena parte de su infancia (fue inscripta por su madre Rosa en los cursos infantiles del Teatro Municipal en los años 30), la estrella del espectáculo lo completaría unos minutos después arrojando dudas sobre la construcción del puente a Victoria. "Algo extraño pasa con el puente, ¿alguien sabe qué es lo que realmente pasa? ¿Es la mala prensa nada más?".
Ante el vacío, la animadora relató que ella hizo el trayecto tanto de noche como de día y que al preguntar a qué se debía el alto tránsito pudo saber que la razón era la pasión de los rosarinos por las apuestas. En Victoria hay un casino, en Rosario no; esa era la explicación para tantos vehículos yendo y viniendo. De paso, Mirtha, aprovechó para mandar un saludo al actor Pablo Alarcón, gerente de la casa de juegos.
Volviendo al tema del traslado del Congreso, entonces, Mirtha miró al intendente Lifschitz y extrañada le inquirió: "¿A usted también le gusta la idea?".
Tras la respuesta afirmativa las interrupciones se tornaron más frecuentes pisando a los invitados, sin dejarles exponer tranquilos los argumentos y con frases del siguiente tono: "¿Pero que ventajas tiene esto?", "¿Usted también está a favor, Paladini", "¿Qué se va a hacer con el hermoso edificio del Congreso nacional?", "¿Irán a trabajar los legisladores si llega a estar en Rosario? Pero por favor, si no trabajan estando acá; han sesionado nada más que once veces este año...".
"Un poco extraña la idea esta, costosísima", abundó Mirtha y recordó: "Yo pienso en el traslado (de la Capital de la República) que quiso hacer el doctor Alfonsín. Se gastó muchísimo dinero aquella vez".
No se pudo saber si los invitados pudieron gozar de los platos como esperaban. Pero a más de uno se le detuvo el bocado cuando Mirtha, diplomática, preguntó a la mesa: "¿Se acuerdan cuando en Rosario asaban y comían a los gatos?".
Ya no se primerearon por contestarle, resignados, los comensales. Alguno puede que haya mirado el reloj; otro quizá haya deseado pedir la cuenta.
Zuleta hizo punta para contestar señalando que la propuesta, "que ya cuenta con la adhesión de 50 legisladores nacionales y los gobernadores de la Región Centro, se corresponde con experiencias exitosas aplicadas en muchísimos países".
No lo dejó terminar. De agrio humor la señora le espetó: "Pero por favor. Si ni siquiera hay aviones a Rosario. ¿Cómo se llega?".
Curioso desmerecimiento para la ciudad donde Mirtha pasó buena parte de su infancia (fue inscripta por su madre Rosa en los cursos infantiles del Teatro Municipal en los años 30), la estrella del espectáculo lo completaría unos minutos después arrojando dudas sobre la construcción del puente a Victoria. "Algo extraño pasa con el puente, ¿alguien sabe qué es lo que realmente pasa? ¿Es la mala prensa nada más?".
Ante el vacío, la animadora relató que ella hizo el trayecto tanto de noche como de día y que al preguntar a qué se debía el alto tránsito pudo saber que la razón era la pasión de los rosarinos por las apuestas. En Victoria hay un casino, en Rosario no; esa era la explicación para tantos vehículos yendo y viniendo. De paso, Mirtha, aprovechó para mandar un saludo al actor Pablo Alarcón, gerente de la casa de juegos.
Volviendo al tema del traslado del Congreso, entonces, Mirtha miró al intendente Lifschitz y extrañada le inquirió: "¿A usted también le gusta la idea?".
Tras la respuesta afirmativa las interrupciones se tornaron más frecuentes pisando a los invitados, sin dejarles exponer tranquilos los argumentos y con frases del siguiente tono: "¿Pero que ventajas tiene esto?", "¿Usted también está a favor, Paladini", "¿Qué se va a hacer con el hermoso edificio del Congreso nacional?", "¿Irán a trabajar los legisladores si llega a estar en Rosario? Pero por favor, si no trabajan estando acá; han sesionado nada más que once veces este año...".
"Un poco extraña la idea esta, costosísima", abundó Mirtha y recordó: "Yo pienso en el traslado (de la Capital de la República) que quiso hacer el doctor Alfonsín. Se gastó muchísimo dinero aquella vez".
No se pudo saber si los invitados pudieron gozar de los platos como esperaban. Pero a más de uno se le detuvo el bocado cuando Mirtha, diplomática, preguntó a la mesa: "¿Se acuerdan cuando en Rosario asaban y comían a los gatos?".
Ya no se primerearon por contestarle, resignados, los comensales. Alguno puede que haya mirado el reloj; otro quizá haya deseado pedir la cuenta.
FUENTE: La Capital , 28 de diciembre de 2005 . http://www.lacapital.com.ar/
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